ADVERTENCIA

Esta es la historia de unas personas, amigos, que comenzaron a reencontrarse por medio de cartas via mail... lo que suceda está por verse... está diagramado a tiempo real (una carta espera a la otra, casi siempre) si sos impaciente... ni lo intentes, los autores no se hacen responsables de daños colaterales. Lo que si te recomiendan es que empieces por la primera carta, asi la comprension global de la historia es mayor, busca en la barra lateral las publicaciones o anda hasta el final del blog (que ahi comienza) y buena jornada literaria.

jueves, 18 de junio de 2009

Pablo, 18 de junio de 2009

Pablo: Hola. No me atrevo a preguntarte cómo estás, ya que por tu carta parecés muy enojado con migo. Es cierta la descripción que hacés del interior de Hospital, yo odio esas franjas verdes loro, alteran la armonía del blanco, pero no tengo ninguna explicación para mi actitud sobre tu visita, no recuerdo haberme siquiera percatado de tu presencia. Hago un esfuerzo por recordar y sólo llegan a mí las imágenes de otras personas. No podría precisarte, con exactitud, los días en que recibí visitas, ya que dentro del Hospital los días son iguales, calcados unos a otros. En mi cabeza, por más que repaso una y otra vez, aparece Carlitos con lo que te conté la noche anterior y los demás internos del lugar. Alguna que otra conversación intrascendente con “los que me cuidan” como vos les decís, que son enfermeros o Doctores. A propósito, quería comentarte algo extraño: Ayer por la tarde, mientras estaba jugando una partida de ajedrez con un enfermero, se acercó el chofer de la ambulancia, Fabián, que toma mates con nosotros casi toda las tardes, y me dijo que sería mejor que vaya al office del doctor fernandez, que vería algo interesante. El office de fernandez es de donde te escribo las cartas, ya que es la única computadora conectada a Internet del Hospital. Salí corriendo para allá y al llegar manoteé el picaporte y estaba cerrada la puerta con llave desde dentro, porque pude ver la llave puesta. Un segundo después pude sentir como giraban la llave y la puerta se abría, asomando sus narices un hombre flaco con una nariz increíble y un ambo celeste como usan los enfermeros. “¿Qué quieres, vos?” Me preguntó con un acento centroamericano en su castellano. “¿No está el doctor fernandez?” fue lo primero que se me vino a la mente “No… y por hoy no vuelve… ¿Querés usar la compu.?” Me pregunto, lo que me llamó la atención, porque creía que no era para cualquiera la computadora. Le contesté que si y me dijo que esperara que ahora la estaban usando y se corrió un poco para dejarme ver la espalda de un tipo en pijamas rallado escribiendo en ella. Vos te preguntarás qué hay de extraño en todo esto, bueno, lo extraño es que a me pareció familiar esa espalda, esa nuca, esa contextura física, en ese momento creí que eras vos. Inmediatamente después de decir eso el enfermero cerró la puerta y quedé con mis dudas en el pasillo. Me fui a sentar a un banco que hay a unos metros, masticando, repasando, una y otra vez, esa figura humana de espaldas que coincidía con tu forma. Me quedé dormido en el banco, seguramente por el efecto de la medicación que hace que cuando no estoy activo, me duermo. Al despertar, la luz del office de fernandez estaba apagada y ya no había nadie dentro. Una vez más tengo que confesarte que mi mente está obsesionada con esta historia incompleta, a tanto llega que hasta te veo por acá, y no precisamente cuando vos decís que estuviste. Todo me resulta tan extraño. Perdón por arrastrarte a mis delirios. Finalmente y para despejar dudas, te juro que soy yo el que escribe, aunque no puedo asegurarte que sea yo el que domina mi cabeza todo el tiempo. Perdón por eso.
Saludos. Darío.

No hay comentarios: