Querido Pablo: En primer lugar te pido disculpas por transitar una realidad diferente a la tuya. En realidad no sé si es culpa mía o es algo ajeno que me maneja todo el tiempo. De lo que tengo un registro real, es que en estos días estuvo Laura por el hospital. Tuvimos una conversación fluida en la que me corrobora la historia sobre tus celos enfermizos y la relación que manteníamos a tus espaldas con ella y, que cuando salga vamos a continuar sin que nos interesen las habladurías familiares, ya que está muy mal visto que dos primos hermanos se amen como pareja. Entiendo en este contexto tu preocupación por mi familia, a la cual acudiste para que ellos, en especial la madre de Lau, nos haga recapacitar sobre nuestra relación. Como no lo conseguiste, según laura, te brotaste mal y se armó todo el quilombo. De nuestra historia pasada no quisimos hablar más, ya que preferimos construir para adelante, y me dijo que me cuide de vos, porque estás más cerca de lo que yo creo. Sobre esto último, no creo que sea tan así y yo no te tengo miedo ya que somos amigos y aún creo que estás confundido y que querés lo mejor para mi. Me pone muy felíz que te hayas molestado hasta el hospital para hablar con mis médicos, no hace falta que te molestes, aunque sí me encantaría verte. Por otro lado te confieso que por momentos me encuentro sumergido en un estado de confusión que me supera y estas imágenes, las más reales, las de la visita de Lau, se me mezclan con otras, bastante confusas y de corte oníricas en donde me veo inmiscuido en escenas peligrosas que me hacen saltar inyectándome dosis elevadas de adrenalina. La verdad es que me gustan, las disfruto tanto que creo que me estoy haciendo adicto a ellas. Bueno, amigo, te dejo porque tengo sesión con mi psiquiatra y voy a hablarle de tus visitas para que no te reten, ya que lo hacés por mi bien. Saludos.
Darío.
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